Astronomía

Descubrimiento histórico: la NASA tiene pruebas de que Venus es mucho más parecido a la Tierra de lo pensado

Ilustración gráfica de Venus
Ilustración de Venus. Foto: Pixabay.

Durante décadas, la visión predominante sobre Venus lo ha presentado como un planeta inerte, sin signos de actividad interna. Su densa atmósfera tóxica y temperaturas superficiales extremas lo han posicionado como el ejemplo opuesto a la Tierra, a pesar de compartir una historia de formación común.

Sin embargo, una nueva investigación desarrollada por un equipo internacional de científicos reveló información que podría modificar esta perspectiva. Los datos provienen de observaciones realizadas por la sonda Magellan de la NASA en los años noventa, combinadas con simulaciones modernas que aportan nuevas interpretaciones sobre su dinámica interna.

¿Por qué la NASA asegura que Venus es mucho más parecido a la Tierra de lo que se pensaba?

Un estudio publicado el 14 de mayo en la revista Science Advances apunta a la existencia de actividad geológica en Venus.

Los investigadores analizaron una serie de formaciones circulares conocidas como coronae, estructuras que se formarían cuando material caliente asciende desde el manto, empujando la corteza hacia arriba antes de que colapse. Este proceso dejaría un anillo distintivo en la superficie del planeta.

El análisis abarcó 75 de estas formaciones, y en 52 de ellas se detectaron características que coinciden con la presencia de plumas del manto.

Las simulaciones realizadas por el equipo, comparadas con las imágenes captadas por Magellan, muestran una correspondencia tan precisa que sorprendió a los propios autores del estudio.

Gael Cascioli, investigador del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, señaló: «Esta investigación ofrece una visión novedosa sobre los procesos subsuperficiales que podrían estar moldeando actualmente la superficie de Venus».

Similitudes de Venus con la Tierra primitiva

La geóloga planetaria Anna Gülcher, coautora del estudio, afirmó que estos procesos de formación de coronae podrían haber sido comunes en las primeras etapas de la historia de la Tierra.

Venus no presenta placas tectónicas activas como el planeta azul, pero sí podría compartir mecanismos internos similares en términos de actividad térmica y dinámica del manto.

Venus contiene cientos de coronae, muchas localizadas en zonas donde la corteza es especialmente delgada y la transferencia de calor desde el interior es elevada.

Los modelos recientes indican que, bajo las condiciones extremas del planeta, la corteza puede fundirse o fracturarse al alcanzar un grosor de aproximadamente 65 kilómetros. En varios sectores, este grosor podría ser incluso menor.

El geólogo Justin Filiberto, coautor de otro estudio complementario, explicó que este fenómeno podría tener consecuencias relevantes: la renovación de la corteza mediante su fusión permitiría el reciclaje de agua y materiales hacia el interior del planeta. Este proceso influiría directamente en la actividad volcánica y en la composición atmosférica de Venus.

¿Qué futuras misiones está planeando la NASA al respecto?

Estas conclusiones plantean nuevas hipótesis que serán puestas a prueba en próximas misiones espaciales. La NASA tiene previsto lanzar la misión VERITAS, cuyo objetivo es cartografiar la superficie de Venus con una resolución superior a la obtenida por Magellan. Este proyecto permitirá identificar zonas de reciente actividad geológica.

Además, la misión DAVINCI, programada para 2029, se enfocará en el estudio de la atmósfera y química superficial del planeta.

Por su parte, la Agencia Espacial Europea prepara el lanzamiento de la misión EnVision en 2030, destinada a recopilar imágenes detalladas que permitan conocer mejor la interacción entre geología y atmósfera en Venus.

Suzanne Smrekar, científica del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), destacó que estas futuras observaciones ofrecerán «un nivel de detalle que podría revolucionar el conocimiento sobre la geología de Venus y su relación con la Tierra primitiva».

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